domingo, 23 de marzo de 2014

"EL PRETICANTE" (Lectura Online).- Capítulo X






El televisor de la habitación 305, no paraba de vomitar imágenes de programas del corazón que Paco Penas no veía, pero prefería tener encendido el aparato porque la conversación con sus compañeros no le resultaba precisamente atrayente. Por un lado, Basilio parecía haber caído en un sueño eterno, y abandonó los desgarradores gritos de "Antoniaaaaaaaaaaaa", por unos ronquidos nasales profundos; del otro lado, Zé Manué....¡qué decir de este personaje!...un hombre perdido en un pijama. A través del cuello de la blusa le asomaba un hombro que amenazaba constantemente con salir al exterior burlando la estrechez de la prenda.
En cuanto al pantalón, en cada uno de los huecos reservados para cada pierna, podrían caber perfectamente las dos.
Desde que Zé Manué llegó a la habitación, se limitó a estar sentado en el sillón oteando al infinito sin parpadear, con la mirada perdida, y la boca ligeramente entreabierta...parecía como si el organismo le obligara a limitar el gasto de energía al mínimo posible.
El único movimiento que realizó durante el resto de la tarde, fue el necesario para acercar la mano al timbre y llamar al personal...algo que se convirtió en su entretenimiento básico el resto del día.
- Zeñorita, zeñorita, ¿me puedo tomá un sumo?
- Ahora mismo te lo traigo, espera un poco que estamos dando el relevo....
- Vale, vale, usté perdone zeñorita. A los dos minutos, vuelve a llamar.
- Zeñorita, zeñorita, habéi llamao a la Chana?
- ¿Y quién es “la Chana”?
- Mi mujé, zeñorita.
- Ahora llamamos a Observación para ver si la han avisado....
- Vale, grasia zeñorita, usté perdone zeñorita...
Tres minutos más tarde, misma historia.
- Zeñorita, zeñorita qué hora é?
- Chiquillo, ¿tú te crees que puedes llamar para eso? Son las diez y cinco y estamos dando el relevo, deja el timbre quietecito.
- Usté perdone zeñorita..
A las diez y diez, suena el timbre de la habitación
- Zeñorita, zeñorita, hoy é jueve, verdá?
- Sí, Jose Manuel, es jueves, ¿para eso llamas?
- Noooo, ej que mecho un lío, zeñorita, que me creía que ya era lune....
- Anda, anda, ¿ya vale no? Quédate un rato tranquilito....
- Perdone zeñorita....
Cinco minutos más tarde, timbrazo.
- Zeñorita, zeñorita, me puedo tomá argo pa dormí?
- Todavía es temprano, dentro de un rato viene una muchacha repartiendo infusiones y te da la pastilla.
- Vale, usté perdone zeñorita, ej que yo zufro de nervio ¿zabusté? Ej que me pongo mu malo, aquí ya me conose tor mundo, la dortora ¿como ze llama? zi, una con loj pelo largo, con gafita, zi, que lleva la bata blanca...
- Aquí todos llevan bata blanca José Manuel...
- (Se queda pensando)...¿Zi? Ah, pontonse lo mismo é un dortó...
- Mira José Manuel, que tengo cosas que hacer. Luego te traen la pastilla...
- Vale, vale, vale, usté perdone zeñorita.
Rozando las diez y media, Zé Manué aprieta de nuevo el botón rojo...
- Zeñorita, zeñorita, me arfircio..¿me puede poné un ratito er zígeno?
- Anda sí, pero deja ya el timbre quieto un rato, o te lo quito...
- No, por favó, zeñorita, no me lo quite, de verdá que ya no vi a llamá maj nunca, zeñorita, ze lo uro por mi mare, por mi pare quen pá dejcanse, por mi Chana y por mi niño Zé...
- A ver si es verdad...
- Zi, zi, ze lo uro por mij muerto, zeñorita, me castigue undivé y ze me caigan los sacai a cacho, zeñorita...
Llega el momento de las infusiones. Basilio está empezando a despertar, así que la auxiliar deja el vasito con su pastilla para dársela más tarde. Mientras sigue con el reparto en la habitación...
- ¿Que vas a querer Jose Manuel?
- Zeñorita, yo quiero un café con leshe.
- Por las noches no hay café. Infusión, leche, zumo.
- Pooooo, un cola cao, zeñorita...
- Un momentito… aquí lo tienes...
- ¿Me da otro zobre de cola cao, zeñorita? Ej que yo zufro de loj nervio ¿zabusté? La Chana me pone ziete cuchará de cola cao pol la noshe, porque parece como cualmente me relaha y me queo tranquilo hastar día ziguiente que me toca la metadona ¿zabusté?
- Aquí tienes, dos sobres.
- Musha grasia, zeñorita, é usté mu amable, undivé ze lo pague a usté con musha zalú pa usté, pa zu marío y zuzijo, zeñorita...
- Vale, vale. Toma la pastillita...
- Musha grasia, zeñorita,...uuuuu...esto é mu flojo pa mí, zeñorita, ze lo digo porque yo zufro de loj nervio ¿zabusté? Tonse yo en mi casa me tomo laj tranqui de tré en tré ¿zabusté? como zi fueran lacazito, zeñorita, porque aqui me conose tor mundo, yo zoy er Chori, ¿zabusté? el hijo de la Fen-nanda, y yo no me vi a queá dormío con esta pajtilla, ze lo digo porque endespué no vi a podé de dormí y ezo no pué zé porque yo ej que zufro de loj nervio ¿zabusté?
- QUE SÍ, QUE SÍ, QUE AHORA HABLO CON TU ENFERMEEERAAAA...
- Vale, vale, zeñorita, mu amable, zeñorita, usté perdone zeñorita...
Mientras la auxiliar va a hablar con la enfermera, el Chori se levanta súbita y rápidamente del sillón, agarra el vasito con la pastilla para dormir de Basilio y la engulle con inusitada velocidad, volviendo en un santiamén a su sillón, adoptando de nuevo su posición habitual. Tras el mostrador del control, la enfermera llama al Internista de guardia para preguntarle qué pastilla le dan a Zé Manué...
- Aquí tienes, José Manuel.
- Musha grasia, zeñorita, undivé ze lo pague a usté y a zu familia con musha zalú y mushoj caudale pa compral-le a zuzijo to lo que elloj pidan pa que ze lo echen loj reye mago, zeñorita.
Cuando se va la auxiliar, aprovechando un momento de descuido de Paco Penas, el Chori repite la misma operación y se toma la pastilla de nuestro protagonista. Cuando Paco mira el vasito de la medicación vacío, pregunta con desconfianza.
- ¿Y la pastilla?
- No zé, amigacho, me paeze que ze la caío ar zuelo, la visto roando.
Paco Penas se agacha a buscar la dichosa pastilla, pero no la encuentra, y continúa su búsqueda durante unos minutos en los que el Chori marea la perdiz de manera espectacular, indicando a Paco montones de sitios donde rastrear. Vuelve la auxiliar dispuesta a darle la pastilla a Basilio y se sorprende al no encontrar el comprimido ni el vaso que lo guardaba.
- ¿Y el vaso que puse aquí?
- Noo, zeñorita. Al agüelo no la puejto pajtilla...me la dao a mi, y al amigacho que za la caío...
- Bueno, bueno, no busques más Francisco yo te traigo otra...
Al rato aparece con la pastilla de Basilio y la de Paco. Un timbre suena, y la auxiliar acude a apagarlo, momento en que el Chori vuelve a moverse como un guepardo para ingerir la pastilla de Basilio, ante la mirada atónita de Paco Penas.
- ¿Oye, habéis llamado aquí?
- Uuuuu, usté perdone, zeñorita, ej que mequivocao, quería sendé la lú ¿zabusté?
- ¿Y la pastilla de Basilio?
- Ha venío una zeñorita azí vestía comusté y se la dao.
- ¿No te la habrás tomado tú, verdad?
- Yoooooooooooooo, que va, que dize, zeñorita, no diga usté ezo, que yo zoy una perzona honrá, zinzilla, trabajaora, un currante, ¿zabusté? Le uro por mij muerto, por undivé y por María Zantízima de la Zunzión que yo no zé ondestá la pajtilla, ze lo uro por mi zijo, er Zé y la Yaquelín que me muera aquí mijmo de una coza mu mala que me entre en un momento y por mi Chana de mi entretela, ze lo uro por lo má zagrao y por er defunto de mi pare quen pá dejcanze, zeñorita, me cajtigue undivé zin podé cagá duro zei año, zeñorita.

Y así la auxiliar volvió para darle la pastilla (esta vez sin dejar de mirar de reojo a Zé Manué) a Basilio.
Paco Penas decidió no contar el incidente a la auxiliar, en parte admirado por la inteligencia y por la picaresca de su nuevo compañero de habitación, y en parte medio acongojado porque el Chori en cuestión demostraba ser mucho más peligroso de lo que parecía....y mejor no buscarse nuevos problemas.
Ya lo decia su padre Anselmo..."no metas la mano en el plato ajeno, que cuando te vengas a dar cuenta, algún hijoeputa se te ha comido hasta el sobaco".Don Anselmo, genio y figura...



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