jueves, 10 de abril de 2014

"EL PRETICANTE" (Lectura Online).- Capítulo XIV



Pasaban las horas inexorablemente y Paco Penas veía como poco a poco su cuerpo parecía darse la vuelta como un calcetín. Hacía no más de una semana había ingresado en Medicina Interna, aquejado de tos y fiebre, y lo que en un principio había sido un diagnóstico dudoso y tímido de neumonía, había derivado en multitud de pinchazos, analíticas de todo tipo, culminando con la escalofriante experiencia de una colonoscopia y unas diarreas de 48 horas de evolución sin ningún atisbo de resolución temprana, al contrario, con indicios de mantenerse otras 48 horas extras. Basilio a su vez seguía con la misma sintomatología que Paco, y el hedor en la 305 era prácticamente insoportable, incluso para algunos miembros del personal que intentaban acelerar su paso por la habitación y salían por la puerta como alma que lleva el diablo, buscando el consuelo de una bocanada de aire fresco y limpio.
El propio Zé Manué había abandonado sus bromas e impertinencias, y buscaba el cobijo del hueco de las escaleras para librarse de la tortura olfativa a la que era sometido.
Cuando no tenía más remedio que volver a la habitación por algo, nada más entrar cerraba la boca, arrugaba la nariz y con sus ojos saltones decía...”¡¡qué pejte, caraho!!”...revolvía entre sus cosas y aligeraba el paso para dejar atrás la hediondez del cuarto.
Cierta tarde, Paco observa cuchicheos de pasillos...dos batas blancas por un lado, otras tres por otro...todos hablando casi al oído, y lo poco perceptible estaba expresado con un mensaje "cifrado", una especie de código secreto que bien pudiera ser compatible con una comunicación de la CIA o la Interpol.
No se sabe si por cuestiones personales, o vaya usted a saber de qué índole, el caso es que de repente una enfermera entra en la habitación y habla con Antonia, la hija de Basilio.
- Tenemos que cambiar de habitación a Basilio.
- ¿Por qué?
- Es que tenemos que pasarlo al Aislamiento.
- ¿Qué ha pasado?
- Le han detectado un "bichito" que le provoca esas diarreas, y es contagioso; por eso tenemos que aislarlo.
Paco Penas siempre tuvo un oído fino, y la conversación a pesar de producirse a 15-20 metros de donde se encontraba, fue meridianamente clara para sus receptores auditivos. Paco, paseaba nerviosamente de arriba a abajo...un bichito...contagioso...
Como si se lo estuviese temiendo, una enfermera se acerca a hablar con nuestro protagonista.
- Francisco, ¿no ha hablado contigo el médico?
- No, desde hace un par de días, ¿pasa algo? ¿ha salido algo en la colonoscopia?
- No, eso ha salido bien, no hay nada raro.
- ¿Entonces?
- Necesitamos que nos dé una muestra de heces. Acto seguido, la enfermera le acerca un tarro de
plástico translúcido.
- Eso no será difícil…-replica Paco.
Dicho y hecho, prácticamente a los diez minutos de tener el tarro en sus manos, nuestro infeliz protagonista ya había completado satisfactoriamente la recogida de la muestra, la cual entregó rápidamente a la enfermera que se lo había solicitado.
Hubo de esperar un par de días para que el Dr. Carapalo acudiera al pase de sala.
Con su habitual cara de asco (esta vez tenía una buena razón, pues el olor en la habitación era nauseabundo), carpetas en mano y rictus severo se acerca a Paco.
- A ver, Francisco, le tenemos que cambiar de habitación.
- ¿Y eso por qué?
- Porque le hemos detectado un bichito, y puede ser contagioso si no se toman medidas
- ¿Y qué bichito es ese, si se puede saber?
El doctor lo mira con cara de "ya me van a hacer perder el tiempo" y le dice con voz grave.
- Clostridium Difficile...
Zé Manué que estaba atento, responde...
- Fú, zo zuena mu má ¿zabá morí?
- No, no suele ser mortal...
- ¿No suele?-responde Paco.
- No, no, no, para nada, no tiene por qué haber complicaciones...
- ¿Pero puede haberlas?
- Hombre, como todo en esta vida, nunca se puede decir que no con un 100% de seguridad, y...

Dicho esto, el Dr. Carapalo toma las carpetas en las manos y sin dejar de mirar a los pacientes de la 305, empieza a retroceder lentamente, en una de sus brillantes maniobras evasivas dejando a Paco con la palabra en la boca.
Al poco, Paco Penas recoge sus cosas y es trasladado a un cuarto en cuya puerta hay un cartel que pone "AISLAMIENTO DE CONTACTO".
Justo antes de abrir la puerta, inspira profundamente temiendo que su libertad cada vez está viéndose más reducida en espacio y tiempo a la vez que la sensación de claustrofobia va en aumento.
Zé Manué se acerca a Paco e intenta consolarlo.
- Amigasho, zeguro quezo nosná, yo haze tiempo cuando era un chavea también tenía bisho en er culo, ¿zabusté?, ademá macuerdo que me picaba una jartá, y yo venga rajcarme, y venga rajcarme, y ná que no za ma quitaba. Mira, y me dió la mama un remedio de la güela Zunzión poniéndome arcó de romero con no zé qué yerba en tor zerete ¿zabusté?
- ¿Y se te quitó?
- Po me paeze que no, pero cagá, parecía que cagaba eucalito, amigasho.


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