El
vendaval de pruebas diagnósticas y visitas de los distintos
especialistas a la habitación de Aislamiento donde pernoctaba,
vivía y sufría el bueno de Paco Penas convirtió la
unidad de Medicina Interna en un continuo ir y venir de batas
blancas que deambulaban pasillo arriba, pasillo abajo para darse
de bruces con el sinsentido de un atribulado paciente que no entendía
a qué se debía tanta diligencia médica por una simple
diarrea.
El
trasiego de personal sanitario hacia el fondo del pasillo, resultaba
en cierta forma divertida, ya que parecía como si de una nueva
peregrinación mariana se tratara.
Pero
el que soportaba los pinchazos y las radiaciones era
un humilde trabajador de la industria campogibraltareña que
a estas alturas de la película apenas si recordaba el motivo de su
ingreso hacía ya bastante tiempo (Paco había perdido la
cuenta de los días que llevaba encerrado entre las cuatro paredes
del vetusto hospital). Pasar por la misma experiencia que hacía
apenas una semana había pasado, procediendo a visitar de nuevo el
servicio de Radiología, Endoscopia, etc...le provocaban la
sensación de Bill Murray en la película "Atrapado en el
tiempo" con su eterno y fatídico despertar en el "Día de
la Marmota", y la sensación de desazón aumentaba
exponencialmente cuanto más consciente era de que tanta prueba no
iba a aportar nada nuevo a su proceso hospitalario.
Rendido
a la evidencia de que había dejado de ser Paco Penas para
convertirse de nuevo en un número, en una estadística, en un sujeto
aislado de su entorno natural y social...su ánimo fue decayendo a
pasos agigantados.
Fue
en ese momento determinado cuando las crujientes bisagras de la
puerta sonaron a mediodía, y el Dr. Carapalo (ataviado con toda
suerte de protecciones) mantuvo una nueva conversación con
él...aunque un tanto inesperada.
-
¿Cómo se encuentra? ¿Mejor?
-
Hombre. Si usted piensa que estar mejor es que me pinchen para
ponerme un gotero, me partan una vena, consigan colocármelo a la
tercera, me saquen 6
tarros de sangre, me metan un tubo por el culo y luego otro por la
boca (que espero no fuera el mismo), me hagan varias radiografías,
un TAC, una Resonancia, venga un cirujano y me meta un dedo otra vez
por el culo, luego venga un psiquiatra a preguntar si abusaron de mi
cuando pequeño, y para
colmo un señor de mantenimiento se lleve dos horas dando martillazos
al picaporte de la puerta...pues qué quiere que le diga, sí…
creo que ESTOY MUCHO MEJOR.
Ante
la "agresividad" dialéctica de Paco Penas, el doctor
comienza a retroceder lentamente sin decir palabra y sin perder de
vista a nuestro protagonista que, encendido, espeta al doctor...
-
...pero bueno, qué quería decirme.....
-
Yo,..esto...venía a informarle de que...por necesidades del
servicio...no tenemos más remedio que ocupar otras dos camas en
esta habitación...
-
¿Cómo? ¿Pero no se supone que estoy "aislado"? ¿Y
si les pego esto a los que ingresen aquí?
-
A ellos también se les ha aislado Clostridium Difficile...así que
no se lo puede contagiar, ya lo tienen.
-
¿Y es lo correcto, ingresarlos conmigo?
Silencio en la habitación.
Por
un momento Paco y el Dr. Carapalo intercambian miradas
que parecen indicarle que realmente no es un proceder muy
correcto...pero finalmente el doctor sale airoso de tan embarazosa
situación con un escueto...”Son necesidades del Servicio”...que
queda flotando en el aire hasta que abandona la habitación dejando
a Paco Penas de nuevo con la palabra en la
boca. Al principio se siente contrariado porque su
opinión de nuevo vuelve a ser ninguneada y porque vuelve a sentir
que forma parte de un complicado engranaje de donde es
difícil escapar. Pero conforme pasan los minutos, Paco ve
cierta luz de esperanza porque, al fin y al cabo, eso quiere decir
que tendrá compañía y que sus horas de soledad iban a
acabar de una vez por todas.
Los
celadores traen una cama a la habitación...
...”ya
vienen los ingresos”...le dice uno de ellos. Al cabo de un buen
rato, unos golpes en la puerta...”con permiso”....Dios, esa
voz, le resulta muy, muy familiar...
-
¡¡Amigashooooooooooooooooooooooooooo, otra vé juntito loj dó!!!
Zé
Manué (El Chori), con sus ojos más saltones que nunca, descalzo,
con sus pantalones cuatro tallas
más grandes y a punto de salirse por el escote de la blusa, se
planta con los brazos en cruz en ademán de abrazar a un atónito
Paco.
-
Ya entiendo a los enfermos que quieren la eutanasia.-dice Paco.
-
¿No te da legría vermeeeeeeeee? Amo a selebral- lo, amigashooooo,
tinvito un fanta.
-
Nunca tienes dinero.
-
Pontonse minvita tu a mí, ja-ja-ja-ja...no te procupe, que
zeguro questo é como lo que le pazó ar Calígula...
-
¿Calígula? ¿Otro "amigacho" tuyo?
-
Que diiiiiiiseeeeee, ja-ja-ja-ja, que vaaaa, amigashoooo....er
Calígula é er perro de mi prima la Yésica, un fos-terrín de
pinigril....
-De
pedigrí, querrás decir...
-Bueno,
tumantendío, amigasho...po eso, que el ioputa perro se tragó argo
y no paró de cagá en sinco día.....po argo así vamo a tené tú y
yo, acuérdate lo que te digo.
La
conversación con el Chori continuó por los derroteros habituales en
él, y del perro de su prima, pasó a hablar de su Chana, de su
abuela Asunción, y
de toda su familia en general. Paco fue poco a poco dándose por
vencido hasta que, ya avanzada la noche decidió no esperar despierto
al último acompañante que debía
ingresar.
El
Chori, no se sabe cómo ni por qué, tras la visita de un "primo"
suyo (asombrosamente con peor pinta que él), se metió algo en
la boca y minutos después dormitaba plácidamente en su cama con
ojos vidriosos, mirada perdida e hipersalivación profusa.
Paco
se introdujo en la cama y se tapó hasta las orejas, dando la
espalda al Chori y buscando el alivio de un buen
sueño reparador.
En
ese momento los celadores introducen la tercera cama en la
habitación. En la penumbra tan sólo se observa un bulto tapado con
sábanas y mantas que permanece quieto e imperturbable junto a la
cama del Chori, que ocupa la parte central.
Parece que ahora si hay paz en la habitación. Por fin...
Paco
vuelve a darse la vuelta mirando hacia la ventana, dejando a sus
espaldas a sus nuevos compañeros de cuarto.
Justo
cuando comienza a sentir el picotazo del sueño, piensa...
“despues de tantos días de incertidumbre y penalidades y de volver
a reencontrarme con el Chori, ¿puede ir algo a peor?”.
Decidido
a que es imposible y que ya ha tocado fondo, se anima pensando que
sólo queda mejorar y se sumerge en un duermevela
dulce.
Hasta que el nuevo inquilino del cuarto se
incorpora y grita a pleno pulmón...
-
¡¡ANTONIAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!